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CRASH

el placer en la destrucción

 

Miguel Sandoval

 

Sensualidad y automóviles pueden considerarse conquistas de ciertas aspiraciones masculinas. La saga Rápido y furioso combina la emoción de la velocidad y de carros modificados, con la adrenalina de salir con mujeres que pertenecen a la subcultura de las carreras clandestinas. Aunque son goces que se acompañan, no se entrecruzan, pues en todo caso la velocidad y el peligro sólo potencian la excitación sexual.

Crash (1996) de David Cronenberg, en cambio, juega con las sensaciones del público, con una forma de placer que no se limita a la carne y que tiene matices espirituales, lo mismo que eróticos. Vemos, desde el principio de la película, un interés por superar las barreras del cuerpo, por ir más allá a través de texturas metálicas frías, de objetos que componen otra asimilación manual.

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James Ballard tiene un accidente en su vehículo, y será a partir de esto que conocerá a un culto de la velocidad y la muerte. Todos ellos tienen cicatrices que consiguieron también en choques, es este su sello distintivo, el cual conforma una religión en la que Vaughan es el sumo sacerdote, el iniciador de una devoción por el metal destrozado.

El sexo es un componente esencial, diríase que casi porno, no obstante, me parece que representa un reto a nuestras fantasías eróticas, redirigiendo nuestra atención hacia hendiduras y orificios en donde de común no los hay. Abiertamente sugerentes y aprovechados por los protagonistas, significan (junto con la pasión por las heridas) una revolución de la que esta banda es emisaria y de la que, de acuerdo con Vaughan y el propio Cronenberg, ellos sufrirán primero el escarnio para que nadie lo sufra después.

Es en lo anterior en que el factor espiritual está presente, son ellos quienes guiarán hacia una experiencia cercana a la muerte (o mortífera) para que en la colisión eclosione el placer de concebir todo destruido, de la carrocería descompuesta y de un acto que premeditadamente reproduce la penetración. El ir hacia atrás y luego hacia adelante en el auto es un símil del coito, que para este culto tiene la misma fascinación que al acto sexual per se.

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Como es mencionado en el video The Disturbing Perfection of Crash, las preferencias sexuales no son tan relevantes como las experiencias dentro del automóvil. Lo que importa es el caos y trascender accidentada y poéticamente, o también convertir al carro más que en un vehículo, en un cuerpo habitado por fluidos, manchas y olores. De esto resulta curioso que Vaughan adquiere por momentos los tonos grisáceos de su auto, quiere tatuarse un logotipo para llevar su proyecto al próximo nivel: ser él mismo (incluso metafóricamente) un bólido.

“El accidente de coche es fecundador [como el coito] y no destructivo”, dice Vaughan, agregando que es una liberación de energía sexual tal que sólo podría ocurrir así, con la muerte. No es de extrañarnos entonces que a los protagonistas embelese la muerte accidentada, porque atestiguar un choque representa para ellos la visión de un orgasmo, y la muerte, la perfección de un acto sexual maravilloso del que hay que aprender.

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Al respecto, David Cronenberg expresó para Film Comment que se trata de “un grupo de estudio raro”, que analiza los movimientos producidos por los accidentes, a la manera en que un boxeador analiza a otros boxeadores. En este sentido, Vaughan declara celos cuando encuentra muerto a su amigo Seagrave en una colisión, ya que se suponía que la harían juntos, después reconociéndole el mérito por su logro.

En un ámbito diferente, David Cronenberg parece reivindicar el erotismo en la discapacidad motriz, cuando dota a las prótesis de Gabrielle (en conjunto de su apariencia y actitud) de una sensualidad apabullante incluso para un vendedor de autos que nada tiene que ver con los choques. La discapacidad para este culto, al igual que el travestismo y la transexualidad (aun si sólo son sugeridos), no evocan marginación social, sino compañía totalmente posibilitada para el goce.

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David Cronenberg

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Los espacios públicos también son importantes, pues, monótonos, proclives al tedio como el clima que ambienta al filme, repelen la imaginación y el placer (no hay colores ni calor), lo cual enfrenta a los protagonistas a resignificar estacionamientos, autolavados (hábitats de carros) y también deshuesaderos o cementerios de automóviles.

Es curioso cómo usamos la combinación de palabras “deshuesadero/cementerio de automóviles”, como si tuvieran estructura ósea realmente, o como si hubieran tenido vida, porque para el culto verdaderamente es así. De hecho, a la muerte de Vaughan, su automóvil mutilado se convierte en fetiche, como si dentro de él resonaran el proyecto, la existencia y esencia del sumo sacerdote.

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Póster alternativo de Nikos Bogris

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Crash culmina con la fusión de eros y tánatos, con una mujer hermosa que está al pie de los estertores de un auto, mezclándose las imágenes como posiblemente nunca en Rápido y furioso, o nunca así. Empero, el culto sigue vivo también en otras personas, y con él la combinación de las experiencias vitales más aparentemente disímiles, no explícitamente para las aspiraciones y consumo masculino.

Nominada a la Palma de Oro y ganadora del Premio Especial del Jurado del Festival de Cine de Cannes, esta película cuenta con las actuaciones de James Spader, Deborah Kara Unger, Rossana Arquette y Elias Koteas, por mencionar a algunos intérpretes. Puedes encontrarla disponible en el portal Zoowomaniacos.

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Fuentes consultadas:

Mind Over Matter: David Cronenberg Interviewed (Film Comment).

The Disturbing Pefection of Crash (Youtube).

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Miguel Sandoval

Estudiante de Ciencias de la Comunicación en la UNAM.

28 años, lector y gran fanático del terror.

Escribo sobre cine, microrrelatos y de mis experiencias cotidianas.

¡Larga vida a la Nueva Carne!

@sndvlmiguel

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